Imagínate un coche de apenas 800kg, 105cv y tracción trasera. Bien, ahora olvídate de la forma de deportivo pequeño que le estás dando y sitúalo en una carrocería de berlina coupé para clases medias. Eso es lo que ofrecía el Lotus-Cortina, un coche con el que poder seguir -quiero decir, dejar atrás- a un Jaguar de 3 litros mientras llevabas contigo a tu mujer y tus dos hijos de vacaciones, es decir, un verdadero lobo con piel de Cordero.
Derivado del Ford Cortina GT y ensamblado en la factoría de Lotus, este pequeño cohete compartía con su homólogo del óvalo poco más que las formas de su carrocería.
Un motor TwinCam de 1558cc y 2 válvulas por cilindro diseñado y fabricado por Lotus se escondía en su vano motor, girando asociado a una caja de cambios de desarrollos cortos y cerrados procedente del hoy ya mítico, Lotus Elan, precursor del Elise.
Las diferencias con un Cortina «normal» no se quedaban únicamente en la mecánica, recordemos que estamos hablando de una versión parida por la mente de Colin Chapman y Walter Hayes. Había muchas más cosas… paneles de la carrocería fabricados en aleación ligera, frenos de mayores dimensiones y un eje trasero rediseñado por completo desde el diferencial hasta la suspensión, que sustituyó las ballestas del modelo original con un conjunto mucho más efectivo de muelle y amortiguador.
Si bien el Cortina siempre a sido eclipsado por su primo-hermano, el Escort TwinCam, preferido por los aficionados durante mucho tiempo por su menor peso y su conducción más efectiva, no podemos jamás olvidarnos de este pequeño matagigantes, ya que fue el primer modelo de Ford especialmente creado para homologar un coche de carreras. La antesala de lo que más tarde serían los RS y uno de los primeros carreras-cliente que se vendieron con la mentalidad de «ganar el Domingo, vender el Lunes».
Además, igual que sucedería más adelante con el Escort RS Turbo S1, podías escoger cualquier color… siempre que fuera blanco.