La verdad es que es la quedada de Oiartzun del pasado día 19 de Noviembre, fue muy entrañable. Hacía mucho tiempo que los chalaos no nos reuníamos en torno a una mesa y mantel y se agradecen siempre las tertulias, las consultas, las dudas, las recomendaciones, en todo lo que sea relativo a nuestros coches.
EL Rallye de regularidad que nos reunió en Donosti, fue la excusa perfecta para aprovechar de buena manera un día que, por fecha de calendario, es de los que invita más a mesa-camilla que a otra cosa.
EL Rallye fue fugaz, porque apenas llegamos al punto de encuentro con ellos, empezaron a calentar motores y fueron desfilando uno por uno por el arco hinchable de salida. La plaza Gipuzkoa es céntrica, pero el buen hacer de la policía local, hizo que la incorporación escalonada de los coches al tráfico abierto no supusiera problema alguno para los participantes.
Terminado el motivo del encuentro allí, esperamos a algunos rezagados durante un espacio de tiempo, y nos encaminamos hacia la zona antigua de Donosti, donde nos mezclamos con turistas y viandantes que iban de paseo ó a sus quehaceres matinales.
Llegamos a La Mejillonería, un sitio típico de la zona antigua, por lo que nos comentaron, donde tienen mucha fama sus patatas bravas (doy fe, de que estaban buenísimas), las adornamos con unos mejillones al limón, unos «tigres» (mejillones con tomate) con tomate y unas rabas hechas a partir de jibias, que también estaban muy ricas.
No hubo fotos del delito… teníamos las manos muy ocupadas, …en una mano la bebida y en la otra el ágape, jejeje…
Terminado el abrir de boca, nos dirigimos los coches y pusimos rumbo al lugar elegido para la comida. Podía haber sido incluso un Burger King, pero la tradición manda, y el restaurante en una casa estilo caserío vasco (baserri) era el sitio más apropiado para la comida y posterior tertulia.
Aparcamos los coches fuera, fuimos viendo algunos detalles de los coches, sacamos unas pocas fotos y nos dirigimos al comedor.
Teníamos una mesa reservada pero en forma de «L», lo cual resta bastante inercia a la hora de comer y departir cosas de los coches, así que movimos las mesas y las pusimos de forma que estuviésemos frente a frente. En la típica mesa corrida, hicimos sitio a los 13 comensales que había en la mesa y de paso, fuimos salivando y afilando un poco los cuchillos…
Terminados los postres, la tertulia se abrió paso por la mesa de forma más descarada, que durante la comida, y entre risas y buenas conversaciones motoriles, fuimos acercando el reloj a la hora de partir.
Aquí dejo algunas instantáneas:
El ambiente relajado invitaba a quedarse hasta que el cuerpo aguante…
La vuelta fue también tranquila, la llegada a casa sin novedad, y por la noche, los recuerdos y las imágenes del día, nos iban arrebujando entre las sábanas mientras la imaginación nos daba rienda suelta a los sueños con olor a gasolina de 98, que siempre son los mejores, jejeje…
Hemos quedado en cumplir este ritual más a menudo que el año pasado así que imagino que en Febrero, pasadas las nieves, encontraremos una buena excusa para volver a vernos.